Mister Machín


Burgos – El Hangar – 29.10.11
Foto: Juan Destroyer -mariskalrock.com-
Hay músicos que, sin serlo, se creen “los+mejores” y están convencidos de que los periodistas tenemos que perder cuatro horas de trabajo sin remuneración para dedicarles líneas a su ramplona música pasando por alto los cien discos mejores que el suyo, que tenemos apilados en la mesa, y los otros cien similares o peores, pero quizá más honestos, que repletan una caja. No es el caso de Mister Machín. Su tercer plástico ‘The World is a stage’ es una de las joyas del año, sus músicos son tan sencillos bajo el escenario como estrellas sobre él. Y si además tienen un mánager (de los Marines de toda la vida, los del desembarco de Normandía) que sabe hacer las cosas bien y tratar a la prensa de lujo, ¿cómo íbamos a rechazar la invitación a un fin de semana rockero en Burgos?
Foto: Juan Destroyer - mariskalrock.com
-Yo no me enrollo tanto, pero es cierto, un disco sublime. Musical y visualmente cumple con las expectativas del más repipi de los “hardrockeros” de la vieja guardia y, para las nuevas generaciones, una de las mejores opciones para escuchar buen Hard Rock del de toda la vida pero hecho hoy en día.
-Muy temprano, o muy tarde para el que no ha dormido, llegamos a una de las dos estaciones de Burgos (la de tren, la otra es el invierno).
-¡Buah!, mucho hablar y pocas nueces, los abrigos fueron de paseo y sin pagar billete.
-¿Puedo seguir? Gracias. Allí nos recogen y, tras un café que espabila, asistimos a la prueba de sonido de Mister Machín. Así da gusto, tienes una tarde relajada y guardas fuerzas para darlo todo en el concierto. La sala El Hangar es grande, espaciosa, diáfana y el escenario podría servir para realizar un festival a dos bandas (aunque esta vez me refiero a que es tan largo que se puede dividir y hacer un festi con dos backlines paralelos; bandas, que toquen las que quieran). Hay sol, no hace frío, el abrigo –como se ha dicho- sobra. La recepción oficial nos la ofrecen los chicos de Tattoo Rock (tattoorock.com), todo un referente del tatuaje en la ciudad castellana, y nos agasajan con vino Lambrusco y unos finos aperitivos, de esos que hacen que, los raritos como yo, estemos todo el rato preguntando: “¿y esto qué es?, ¿y esto qué lleva?, ¿y a qué sabe?...”  Nos espera una comida en compañía de los otros compañeros de prensa que han hecho el viaje, don César (representante) e Íker Piedrafita, productor de ‘The world is a stage’. Aunque la camarera no nos divirtió como prometía, las viandas eran excelentes y, entre sujetapuertas, tigres, leones, Torrebruno, la mexicana, la chicharrera, no se qué del Patata Rock y de la alcurnia, más las habituales anécdotas de nuestra sufrida vida rockera, las horas pasaron volando y una breve visita a los alrededores de la majestuosa catedral y al hotel para acicalarnos precedieron el inminente comienzo de la fiesta.
-Me parece que faltan cositas por comentar, y hay tres opciones: poca memoria, capacidad de síntesis o simplemente que no hay huevos de repetir la cantidad de burradas. Pero el cordero ¡qué bueno estaba!
-La sala acabó llenándose con 1.047 personas. ¡Increíble!
-¡Que eran exactamente 1.074, no lo sabré yo que los conté uno a uno!
-Es verdad, ya quería robarles 27 seguidores. Y, vale, el concierto era gratis pero ese millar de cuerpos tuvo que recoger previamente una invitación, así que el enganche y tirón del grupo en su tierra quedó sobradamente demostrado.
El primer combo en actuar fue The Three Generations. El trío es de la misma provincia en la que nos encontrábamos y su Rock Alternativo intenta enganchar sonidos de las tres décadas (generaciones) que mencionan en su nombre: Setenta, ochenta, noventa. Rollo a lo Foo Fighters abierto en algunos temas a un público más moderno.
Tras ellos, Honoris Causa, formación también burgalesa.
-Yo me lío con los gentilicios. ¿Por qué si uno de Barcelona es barcelonés, uno de Burgos no va a ser burgués?
-Siguiendo con Honoris Causa, el grupo lleva más de una década de historia y cinco trabajos editados. Más alternativos si cabe, incluso se les podrían poner adjetivos relativos al Indie, y con desparpajo para seguir calentando a tanta gente como había ya en el recinto. Menos alternativos éramos nosotros moviéndonos. Del pie de escenario al grifo de cerveza y de éste al otro para repetir al poco rato.      
Llegó el momento. Mister Machín arranca los primeros aplausos con un despegue calcado al del nuevo CD: La introducción ‘Mirrors’, ‘The world is a stage’ y ‘Shine’. Luego, de este mismo disco, caerían ‘Energy’ –un temazo-, ‘Free’, ‘Number 1’, ‘Hero’, ‘Real’ y ‘The thrill’, títulos cortos, tajantes y directos como su Hard Rock, que es potente, ataca recto y derecho a la yugular y tiene esa esencia americana que pocos grupos en España se atreven o pueden llegar a desarrollar. Del anterior disco nos regalaron cañonazos como ‘Monsters under the bed’ o ‘Bitch’. Hubo también recuerdos a su estreno discográfico: ‘I’m ready’ y ‘Dance’. No hacía falta que lo cantaran, ya estábamos bailando, el ambiente era espectacular, la noche caliente, los cuerpos sudaban del bailoteo y mover la cabeza de continuo. Durante todo el repertorio contaron con la ayuda de un corista, Popi; Íker Piedrafita (Dikers) colaboró por primera vez en ‘Energy’ (hubo más) y el cantante de Honoris Causa hizo lo propio en ‘Number 1’. Txutxi, cantante, lo dio todo y no paró en toda la velada, y al mismo alto nivel estuvieron sus compañeros Javi y David (guitarristas), Isra (bajista) y Pablo “Pollos” (batería). El tramo final lo ocuparon dos versiones –‘Ace of spades’ de Motörhead y ‘Slither’ de Velvet Revolver-, muy acordes con su estilo, con su forma de entender la música, y nueva mirada al primer redondo con la interpretación de ‘Born to run’. Apoteósico.
Con los músicos ya relajados tras haber sacado sobresaliente, alargamos un poco más la noche tomando la copa que celebraba el éxito.
Poco nos dejan dormir, al mediodía de la siguiente jornada toda la familia Mister Machín (encantadora) nos espera cerca del hotel para hacer el recorrido dominguero de cañas y tapas. El aperitivo se convierte en comida y la Plaza Mayor nos aguanta hasta los abrazos de despedida que conllevan nuestra enorme muestra de agradecimiento por el trato recibido. El licor de hierbas empapa los últimos chascarrillos y anécdotas narrados entre risas (humor ácido, el limón sigue en mi mano) por las singulares profesiones que se explican, la bolsa de chuches de repartir –y la que no- y el ojo güevón.
-¿Esto qué es, las conclusiones? Vale, lo intentaré: Entre un pescador, un compatriota, un problema de afonía, una vida privada y un Punset que aburre a su sobrina, nos despedimos de buenos músicos y mejores personas. Graciosos hasta decir basta pero, eso sí, la del ojito se las guardo para el concierto de Madrid.
-Afortunadamente, no nos equivocamos de tren y aquí estamos para advertir que Mister Machín está listo para comerse al mundo; sí, ése que es un escenario.   
Jon Marin (texto en normal)
Cihuatl Zuñiga (texto en cursiva)

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