Leo Jiménez



México D.F. – Sala R&R Live – 07.01.14

    “Leo Jiménez: La mejor voz metalera de España en México”. De este modo ha presentado la productora mexicana al cantante de Fuenlabrada en los carteles que anunciaban su pequeño periplo por estas tierras, pues han sido cuatro apretadas citas en los mismos días. No iban desencaminados ya que el nivel que ha mostrado en la segunda noche, en Ciudad de México, es envidiable.
   
    La sala R&R Live es muy coqueta con abundancia de motivos de la marca Jack Daniel’s. Esta vez se ha visto abarrotada por un público muy repartido entre los dos sexos, y eso que las entradas eran más caras que las de, por ejemplo, José Andrea, que nos visitó una semana antes. Si quieres olvidar la famosa frase de que el mundo del Heavy es un campo de nabos, invita a Leo Jiménez a tu fiesta. He tenido a cinco metros a la típica señorita, sin pintas, con el pelo recogido, que parecía la recatada profesora de latín. Pisar las tablas Leo y desmelenarse –literalmente- hasta transformarse en la esposa del mismísimo Belcebú ha sido una de las más simpáticas anécdotas observadas.

    El ambiente, ya de por sí más que caldeado, lo han calentado dos grupos locales: Skumbak, jóvenes thrasheros que interpretan con hambre en inglés, y Raxas con su Heavy clásico en castellano con toques de Metallica. Leo y su banda se hacen esperar y, casualmente, hasta que no vemos cómo entran unas bandejas de comida recién preparada al camerino, no hacen su aparición en el escenario.

    “Desde niño” abre fuego entre las ya existentes llamas en la pista y el anfiteatro. Además de esta, han sonado otras cuatro canciones de la última obra, “Animal solitario”. A saber: “Misantropía”, “Corazón salvaje”, “No hay más canciones para ti” y, entre el bis de tres temas, “Tu destino”. De la reciente época 037 han caído “Condenado”, “Bebe de él”, “Caminos de agua”, “El tiempo curará”, “Volar” y “Volver”, que ha servido para cerrar el exitoso concierto. Si os fijáis, todas firmadas por Jiménez en los dos discos; ninguna de las de Ix Valieri. A favor del ‘Leo en solitario’ reseñaremos que todas sus piezas son de sobra conocidas, coreadas o gritadas a pleno pulmón, por el respetable.

    De Stravaganzza suena “Impotencia”, momento que aprovecho para echar un cigarro, y cinco han sido los momentos culminantes del show: Las interpretaciones de “Metal warriors” de Manowar, en la que toda la banda acaba haciendo el famoso gesto de los neoyorquinos; “Hijo de la luna” de Mecano, aquí me parece estar en el plató de Aplauso o Tocata; la versión del “Domination” de Pantera; “Resurrección” de Saratoga, también incluida en el bis, y la balada “Si amaneciera”. Cuando su ex grupo la estrenó, Jero Ramiro me contó que estaba dedicada a la memoria de su padre que, casualmente, falleció a unas horas de diferencia del progenitor de quien firma esta crónica. He comprobado que mis inevitables lágrimas han coincidido con las de más de uno. Leo la ha presentado como “una canción muy especial en mi carrera”. Desconozco a quién la aplica él. En Madrid no coincidía mucho con el cantante y aquí, en esta visita a México, ni siquiera cinco minutos nos ha dedicado para un saludo.

    El grupo se ha reforzado con un segundo guitarrista, Rufo Cantero (Dulcamara, Supra) y no vamos ahora a descubrir lo bien que hacen su trabajo Edu Fernández (bajista) y Carlos Expósito (batería) que ha desarrollado un solo tras “No hay más canciones…”, aunque de las labores de esta noche resalto la de Antonio Pino a la guitarra. Leo los presenta como sus amigos por encima de todo. De todas formas, sus colegas tocan sin eclipsar en ningún momento la imagen y los movimientos del líder, al que todavía creo que le faltan dotes de comunicador entre tema y tema.

    “Leo, llévame”, grita una sudorosa seguidora. Rotundo éxito de Jiménez en D.F. Su voz es asombrosa, ¿quién se atreve a juntar en un set list una burrada de Pantera y algo tan dulce como “Hijo de la luna”? Estoy seguro, de haber querido, las podría haber hilvanado con una ranchera, y tan a gusto, habría salido victorioso. Todo un portento de las cuerdas vocales.
Jon Marin

Fotos: Cihuatl Zúñiga


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