MIGUEL OÑATE & CORO VALLEKANTA


Madrid – ReviRock – 16.03.12
Tras muchos ensayos Miguel Oñate logró el objetivo más ambicioso de su larga (y apenas iniciada) carrera en solitario: grabar un disco en directo con un coro de apoyo, al más puro estilo de música orquestal con los que los dinosaurios del Rock (Scorpions, Metallica…) se descuelgan de vez en cuando. El antaño cantante de Asfalto tardó dos décadas en publicar sus memorias en forma de grandiosas canciones, condensadas en dos magníficos elepés que vieron la luz demasiado tarde. Si Miguel Oñate hubiera publicado ‘Muy personal’ (07) y ‘Crisis y castigo’ (09) a mediados (o finales) de los años ochenta, tras dejar la banda madre, hoy tendría alicatada una carrera de postín. Sus dos magnificas obras, pese al valor de su contenido, han pasado sin pena ni gloria para muchos medios y el público mayoritario; discos muy valorados, eso sí, por cuantos frecuentamos los garitos de la capital, donde se venden. Para combatir la zozobra que nos azota, nada como mirar con la cabeza bien alta y sacarse la espinita, con un punto de orgullo, registrando un disco de altos vuelos, un trabajo de copete con un coro escolástico a la antigua usanza que imprima un aura de respetabilidad a unas canciones mayúsculas, que ponen el dedo en la llaga, indiscutidas e indiscutibles. Lo primero a destacar el día de autos fue la cuidada escenografía y la buena organización. Miguel Oñate salió arropado por su equipo habitual: Javier Bermejo a la guitarra, Jesús Utande al bajo y con un nuevo batería, Ismael París. Montaje teatral para una función que dio bastante de sí proyectando alegrías y angustias en un local (El bar de Katty) donde acontecen las pequeñas farras y miserias mundanas a las que estamos habituados. De inicio Miguel se descolgó con ‘El reposo del guerrero’ como declaración de intenciones e himno vital de la velada que estaba por delante. A continuación, asomó ‘El astuto’ que te apuñala por la espalda a la menor ocasión y el ‘Blues de la camarera’ con un aviso para navegantes: “No te dejes comer la merienda. El que es tontito de pequeño, gilipollas de mayor”. ‘Esa camarera’ que se va con el primer galán que sale al paso, dio paso a ‘Fly me to the moon’ de Frank Sinatra, primera versión del show, al tiempo que el Coro Vallekanta hacía su aparición en escena. Momentos para filosofar al son de ‘Contradicción’ antes de que asome ‘La señorita Depresión’. “Apagón de luz. Lamparita en off. Paisaje oscuro”, el guión se milimetra con los acordes de ‘Escuela de calor’ como presentación para Luis Auserón, el primer invitado sorpresa de la noche que interpreta junto a Miguel ‘La torre de papel’. Tras esta campanada, Teté Delgado flirtea con el mayordomo Sayago y le da calabazas en ‘A medias’. El sirviente consuela sus penas a base de licor y, poco a poco, la botella va quedando vacía, curda asegurada, momento que aprovecha Miguel para echar el ‘Telón’ y contemplar el claroscuro de la existencia, “¿qué es esta vida?”,  flanqueado por los Topo, José Luis Jiménez y Lele Laina, en la preciosa y abigarrada balada ‘Sombra y sol’. Momentos muy intensos de la representación con el coro subrayando unas composiciones mayúsculas, muy bien arropadas armónicamente. A partir de ese punto ya todo fue coser y cantar. Asoma ‘Mientras’, probablemente la canción más desgarradora de la función, con expreso mensaje a la derrota que llevamos encima: “No se puede respirar, no funciona la verdad… Hambre, miedo, enfermedad, dentro de una sociedad empeñada en ser feliz, mientras no me toque a mí, a quien le pique que se rasque... Hombres, manos, sumisión al servicio de un patrón”. Debemos entregar nuestro corazón ‘En un sobre rosa’ con Lourdes del Pino sobre las tablas, buscando ‘La llave’ de la felicidad familiar en este puerco mundo. Gaby del Val pone su granito de arena antes de apurar la copa junto a José Carlos Molina (Ñu), brindis por un viejo amigo, para exorcizar al ‘Fenicio’, ese que nos ha llevado a tan aguda y profunda ‘Crisis’. Fin de fiesta a lo grande en ‘El bar de Katty’ con todos los artistas participantes subidos al escenario. Broche final con ‘Over the rainbow’. Un trasiego para relamerse. El camino de las baldosas amarillas aún está por “asfaltar”. “Hogar, dulce hogar” como apostillaba la protagonista de El mago de Oz. Algún día cesará la tormenta y saldrá de nuevo el sol. Volaremos por encima del arco iris. Mientras, esperamos con devoción la publicación del nuevo trabajo de Miguel Oñate. La velada nos dejó un sabor exquisito. “Qué noche la de aquel día”, podremos contar a nuestros nietos, si es que los tenemos alguna vez.
Fran Llorente

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