IRON MAIDEN + EDGUY


Valencia – Auditorio Marina Sur – 21.08.10



Los+Mejores de excursión
Nos tomamos el concierto de Iron Maiden como una excursión de colegiales. Salimos temprano desde Vallecas –barrio rockero por excelencia-, desde el mismo campo del Rayo, y la fiesta comenzó en el bus gracias a la estupenda gente que en él nos acompañó (castizos pero también amigos de Aranda, Almería, Tenerife e incluso Bolivia). La foto se la merecen nuestros viajeros más que nunca (buscad en ella y encontraréis a algún famoso).

La ciudad del Turia estaba bonita, calurosa, pegajosa y llena de heavies. Daba gusto pasear por la playa y comprobar que todos los restaurantes del paseo marítimo estaban repletos de gente de nuestro rollo. La paella, muy rica; los chupitos, también. Más nos agradó tomar las copas de calentamiento en la zona pija, junto al puerto deportivo, al lado del bonito recinto donde tendría lugar el concierto, y hacernos los reyes de garitos “súper guays” donde nunca antes y pocas veces más creo que han sonado o sonarán notas heavies. Pedir a camareros engominados y repeinados o a nenas con Lacoste, gusta. Pagar a sus precios ya hace menos gracia. Pero sí conseguir el mayor “miembro” del concierto; ¡hasta dentro con él!

Con nosotros viajan todo tipo de personajes
Edguy comienza a tocar demasiado pronto, a pleno sol, los alemanes luchan contra la adversidad y un soso telón negro que parece dejarles poco escenario y que sirve para tapar el montaje de los reyes del día. Sin embargo, los veo más entregados que en anteriores ocasiones y Tobias Sammet no falla tanto con su voz, es más, sale bien parado en líneas generales. Los hay fanáticos y se hacen notar mientras corean sus estribillos. No en vano, su estilo es proclive a ello más que ninguno.

La mascota del viaje: Silvercito
La cosa va rápida e Iron Maiden empieza a tocar antes de lo que preveíamos. Nos ha dado tiempo a pedir varios minis de cerveza y nos parecen caros: 8 euros (¿por qué no a cinco como, por ejemplo, en el recién vivido festival Leyendas del Rock?)

Una aclaración imprescindible: Quien machaca las teclas a toda prisa, pues este número debe cerrarse ya, es fanático de la carrera de los Maiden de los ochenta, mucho menos de su producción de los noventa y lo hecho desde el año 2000 a hoy, claramente, me la trae floja. Así que nadie se extrañe si me quejo de un concierto en el que escucho, una tras otra, ‘The wicker man’, ‘Ghost of the navigator’, ‘Dance of death’, ‘These colours don’t run’, ‘Blood brothers’ (dedicada a Ronnie J. Dio; buen detalle), la nueva ‘El Dorado’… En fin, un coñazo de concierto por parte de los rebautizados por alguno de nuestros golfos viajeros: El grupo de los Dickinson, o algo así.

Me quise animar cuando, como tercer tema, sonó ‘Wrathchild’ pero veía poco del escenario y tenía que recurrir a la tele, o sea, las pantallas –pienso que debería haber estado más alto para una mejor visibilidad de las 22.000 personas que acudimos, según dijo el propio Bruce-, el cantante creo que llegó a este final de gira muy bajo de forma, le escuché cantar menos y peor que en cualquier otra de las diez ocasiones que he debido ver a estos monstruos (bueno, igual son nueve), y el sonido, en general, tampoco llegaba bien a todas partes. ¡Joder!, son millonarios, los seguidores han pagado 66 euros o más por verlos ¿y de verdad eso es lo que se le saca a los 150.000 vatios anunciados? ¡Amos, anda!, que decimos por aquí el centro. En fin, que aquello era un “sin-vivir”, que soltaba mi amigo Kike mientras cruzaba los chiringuitos por medio, y sólo consigo animarme un poquito con las resultonas en directo ‘No more lies’ y ‘Fear of the dark’ más el clásico ‘Iron Maiden’. Aquí sale por fin un Eddie nuevo, espacial, con guitarrita, que tampoco es para tirar cohetes. Lo mismo digo del montaje, aunque quizá la experiencia haga que ya nada te sorprenda (mea culpa).

El bis no podía fallarnos: ‘The number of the beast’, ‘Hallowed be Thy name’ y ‘Running free’. Algo es algo porque, para más inri, esperábamos alguna gracieta, algo diferente, algo pequeñito (uo-uo-uooo) de lo que suelen hacer los músicos o su equipo cuando acaban gira; pero no, nada, están ya mayores para putaditas o vaciladas sobre el escenario.

Por último, señalar que no ofrecemos fotos de los grupos porque no nos concedieron pase de fotógrafo y que tampoco había una zona especial, más cercana al escenario, para los redactores. Quién sabe si, de haberlo visto/ escuchado a menos distancia, esta crónica hubiese sido diferente.

Vuelta a casa. Por lo menos, seguimos riendo gracias a los compañeros de viaje y a alguno le quedan fuerzas para contar lo vivido mientras apura la penúltima en la sala Excalibur; sí, ya en Madrid.    
                                                                                                                        Jon Marin

                                                                                    
                                Fotos: Isa Torres

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