EXTREMÚSIKA

Mérida (Badajoz) – Albergue municipal El Prado - 16, 17 y 18 de abril de 2009

Llegamos al Extremúsika desde Madrid a eso de las cinco de la tarde del jueves 16. Pero la lluvia y un barrizal como parking no eran los únicos contratiempos a nuestra llegada y tuvimos ciertos problemillas con las acreditaciones, lo que retrasó aún más nuestra primera toma de contacto con los grupos. Después de todo el jaleo, montar la tienda y acomodarnos en el camping, llegamos justo a tiempo para ver a la Vargas Blues Band.

El nuevo emplazamiento y recinto bien merecen que les dediquemos unas líneas. Ha sido la cara y la cruz del festival porque se han producido grandes avances, pero también se han dado pasos atrás. La cantidad de baños, tanto en la zona de conciertos como en la zona de acampada, ha sido suficiente para no tener que esperar ni una sola vez. Sin embargo, aunque había limpieza diaria, no era bastante para mantener una mínima higiene. Otro punto caliente han sido los accesos. La entrada principal era bastante amplia y no se registraron muchos problemas para entrar, pero la cosa cambia si se estaba dentro de la zona de acampada, ya que sólo había un acceso para toda la gente allí concentrada. Con una menor afluencia de público que otros años y lloviendo, un par de veces el acceso a la zona de conciertos fue realmente pesada (hay que recordar que cacheaban a conciencia a todos y cada uno de nosotros para que no pasásemos comida ni bebida de una zona a otra). En cuanto al parking, suspenso. La lluvia lo volvió impracticable. Coches atrapados en el barro sin poder salir (el mío fue uno de ellos, aprovecho para dar las gracias a toda esa gente que estuvo empujando), caminos completamente inundados, todoterrenos sacando otros coches... Da especial rabia porque en las zonas encharcadas de conciertos se encargaban de echar arena, alisarla y, en definitiva, cuidarlas un poco para hacerlas practicables, pero en el parking no solucionaron nada. Por otro lado, punto positivo de la organización ha sido una única zona de acampada, bastante grande y con un suelo que drenaba muy bien (en cuanto paraba de llover una hora, estaba prácticamente seco), así como las zonas de concierto, que también han aumentado su capacidad y comodidad para los asistentes. Otro a favor radica en la cercanía de los escenarios principales y el auxiliar a la acampada. En algunas zonas, pocas, la verdad, se mezclaban los sonidos de ambos directos. De todas formas, es un mal menor, mejor eso a que estén muy separados y tener que andar demasiado de uno a otro. Un relativo fracaso fue el ExtreRuta 66, un espacio de acampada exclusivo para los moteros y sus motos. Pocas tiendas para toda la zona reservada para la ocasión. Gran parte de culpa la tuvo el tiempo. Hay que ser muy valiente para ir en moto con las previsiones que daban.

Antes de continuar con el plano estrictamente musical, me gustaría pedir perdón a Wartime, Cría Cuervos, Konflikto, Amenoskuarto, Sonora, No Relax y Sidercars porque no nos dio tiempo a llegar a verles, aunque a muchos les escuchamos desde la distancia. A ver si coincidimos en la siguiente edición. Lo que sí que pudimos comprobar es el buen hacer de Violadores del Verso y su Rap y a los siempre carismáticos Sínkope. Uno de los platos fuertes, no sólo del jueves, sino de todo el festival, fue Rosendo. Durante una hora, el de Carabanchel hizo las delicias del respetable tocando todos sus clásicos. Con una legión de fans algo más pequeña, pero llena de energía, saltó al escenario Albertucho, otro incondicional de este festival. Pasadas las dos de la madrugada, Boikot, grupo festivalero donde los haya, puso el broche y final a la primera jornada del Extremúsika 2009, donde hubo un protagonista por encima de todos, la lluvia.

El viernes 17 amanecimos con un sol que casi quemaba escuchando desde lejos a Barra Libre. Ya con los dos escenarios principales en funcionamiento, los conciertos se sucedían; Sioux, Maggot Brain, Sindicato del Crimen, Eskorzo, Ratos de Porao, Fonzie... Nosotros llegamos justo a tiempo para ver terminar a Jorge Salán. Un concierto muy sólido, con las guitarras como grandes protagonistas, como no podía ser de otra forma. Continuarían con la vertiente más Heavy del festival con Avalanch, en una buena actuación pero demasiado centrada en los nuevos temas y olvidando completamente algunas míticas de la etapa anterior. Skizoo solventó su compromiso sin problemas, gustándose y gustando. Los cincuenta minutos no fueron suficientes para ellos. Con Hamlet, y su remodelado estilo, estaba más atento de si veía a Pilar Rubio que de los temas, pero es cierto que estuvieron a la altura. La nota polémica del festival la pusieron Noi de Sucre, vestidos de arlequines, en el tramo final de la actuación. Destaparon unas pancartas con las fotografías de Franco y el Rey Juan Carlos, a modo de símil, y procedieron a su quema. Esperpéntico y lamentable, totalmente fuera de tono. Sólo buscaban que se hable de ellos. La noche continuó con el que tal vez haya sido el concierto que más público congregó, Mago de Oz. Enmarcados en una gira donde los cinco componentes míticos de la banda, incluyendo a los guitarras Carlitos y Frank, se volvían a reunir para interpretar solo temas antiguos. Una delicia para los nostálgicos poder volver a escuchar en directo temas de Jesús de Chamberí o de La leyenda de La Mancha que hacía años que no se tocaban. También es cierto que fue uno de los pocos conciertos que pudimos ver sin mojarnos. Un pequeño bajón se vivió con Celtas Cortos. Demasiado instrumental para esas horas con tanto cansancio acumulado, tan sólo con temas como ‘Senda del tiempo’ pudieron animar una actuación un tanto descafeinada. Tocaba reponer fuerzas y no pudimos ver a Ojos de Brujo, Gatillazo, ni Toy Dolls, aunque la gente que había estado volvió muy satisfecha. Sí que aprovechamos para cerrar la noche con mucha caña, escuchando a Def Con Dos. En el segundo día de festival también actuaron desde las 16.30 horas en el escenario auxiliar reservado para el homenaje a artistas andaluces: Triana, Alameda, Lole Montoya, Jethro Tull –excepción en la temática-, Raimundo Amador, Imán Califato, Smash, Tabletom (pudimos disfrutar un ratito de su música blusera antes de DCD) y Amadablan. Sin duda el cansancio se hacía notar en nuestros cuerpos y la lluvia, omnipresente, no ayudaba.

El sábado 18 nos levantamos temprano y, aprovechando que no había mucha resaca, nos fuimos a ver Mérida, a reponer provisiones y tomar un café calentito. El cielo había dado tregua, y se agradecía. Una pena habernos perdido a Bucéfalo, La Taberna de Moe, Ni por Favor ni Ostias, Lendakaris Muertos, Los Niños de los Ojos Rojos, El Puchero del Hortelano, Breed 77 y Tote King. Sí llegamos para ver a Koma. Después vendrían Los Suaves, en su línea de los últimos años, con Yosi bastante centrado y tocando todos los temas conocidos del repertorio. Muy buen concierto. Nos acercamos al otro escenario, pero Nacha Pop no apareció. Después nos enteramos de que había sido por problemas de salud de Antonio Vega. Los Ilegales y Medina Azahara, aunque no tuvieron tanto público, sí que reunieron a bastante gente. Pasadas las nueve y media de la noche, comenzaba la traca final. Primero Misfits, después Warcry y por fin Bad Religion. Habían generado gran expectación y creo que pudo hacerse algo corto. Buena música, pero faltó algo de feeling. Al contrario que con Ska-P, otro de los directos más concurridos del festival. Temas archiconocidos y mucha caña. Nos olvidamos del cansancio por un momento y casi hasta se agradecía la lluvia. A Los Delinqüentes les vimos un ratillo. Son geniales, muy fiesteros, pero con un par de temas tuve suficiente. Preferí pasarme a ver a De Acero, uno de los pocos grupos de covers de este año, y así escuchar temas de Extremoduro. Para justo antes de irse a acostar, no estuvo mal. No había fuerza para algo tan duro como Piperrak, aunque de fondo se escuchaban unos vientos y todavía quedaba bastante peña viéndoles. De Los Chunguitos no sabría deciros, sin meterse nada es difícil aguantar. Aunque nos pasamos poco por el tercer escenario, además de los ya mencionados allí actuaron: The Winslows, Nocturnia, The Milky Way, Tonino Carotone, Albert Pla, Topo, El desván del Duende, Tequila, Mama Ladilla y The Ramonas (versiones de Los Ramones).

Un festival muy completo en cuanto a grupos y estilos se refiere. Aún así, la indiscutible protagonista principal fue la lluvia. La organización no tiene la culpa de las inclemencias meteorológicas, pero es cierto que existía un cierto pesimismo y descontento generalizado. Creo que deberían tomar nota e intentar mejorar ciertos aspectos, que además no suponen un gran esfuerzo, para la edición que viene. A pesar de todo, nadie nos quitará este fin de semana con buena música y mejor ambiente en la edición de Extremúsika de 2009. Esperamos volver a Mérida el año que viene.

Marco Vara

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Barro hasta las cejas

El festival Extremúsika, que en esta edición se trasladaba a Mérida y presentaba una excelente programación, se saldó con otro fiasco en cuanto a condiciones ambientales se refiere. Un verdadero maratón de Rock en medio de un lodazal y, claro, en esta situación -embarrados hasta las rodillas- no se disfruta igual del Rock'n'Roll que con solecito y unas birras entre manos. Comprobamos una vez más que este divino castigo, este licor de los milagros, este bálsamo de Fierabrás, que tanto nos hace sufrir, es sin duda de secano. “El agüita pa' las ranas", como dicen los más castizos y macarras en los bares. Menuda mano tiene la organización del evento con las dichosas calendas, el calendario infalible que todo lo puede. Menos mal, porque si no, nos veíamos chapoteando en medio del río, que bien cerca lo teníamos. Llevamos dos ediciones con el Extremúsika pasado por agua, el año pasado con un verdadero diluvio que dio al traste con los escenarios y éste con lluvia por doquier y lodo hasta las orejas. A destacar también el esfuerzo que realizó la organización por cubrir los charcos embarrados con toneladas de arena esparcidas y apisonadas con un tractor, imposible no acordarse del ‘Rocinante’ de Asfalto en aquellos momentos. Aunque el último día, el sábado, la lluvia no dio tregua durante toda la jornada y el esfuerzo fue baldío. ¡Vaya si llovió!, ora chirimiri, ora chaparrón, y a medianoche no había quien allí estuviera, salvo los más estoicos y sufridores, que eran mayoría, embutidos en sus capas impermeables, aguantando el tirón. También constatamos que la cultura musical está realmente fatal en este querido país nuestro y que hay una música para el público femenino (el flamenquito, la Fusión...) y otra para el masculino (el Rock con enjundia). Fue muy triste asistir al escenario que estaba al lado del río y ver que en las descarga de artistas míticos, leyendas del peso y categoría de Topo, Imán Califato, Smash o Tabletom... nos congregábamos allí cuatro gatos, contados con los dedos de ambas manos (viejos hippies pasaos con más canas que horas de autostop a sus espaldas... peña con los “cojones negros” como se suele decir; respetable, nunca mejor dicho, que sabe apreciar lo bueno) mientras que dicho lugar se llenaba con propuestas más light tipo El Desván del Duende (rumbita extremeña sin demasiada substancia) o con artistas festivos como Raimundo Amador o Albert Pla. El inefable Tonino Carotone cosechó un excelente recital mientras en otro escenario, Jorge Martínez de Ilegales afilaba su Les Paul negrita Deluxe. Esa fue otra de las jodiendas el festival, cuando coincidían artistas súper interesantes y apetecibles en distintos escenarios. A los Jethro Tull les tocó lidiar con el vómito áspero de Hamlet, que a pesar de la distancia se hacía notar entre canción y canción de los ingleses, y puristas del sonido como son Ian Anderson, Martin Barre y compañía, a punto estuvieron de dar la espantada por tales motivos, aunque finalmente la cosa se quedó en amago. Maravilloso show el que protagonizaron, con toda la carne en el asador: ‘Locomotive breath’, ‘Aqualung’, ‘Cross-eyed Mary’, ‘Sweet dream’, ‘Bouree’... salvo el ‘Thick as a brick’, que dejaron para mejor ocasión. Sonido purísimo y añejo de puro Blues cultivado en barrica a cargo de uno de los grandes clásicos contemporáneos, leyenda viva donde las haya, pura exquisitez en definitiva, solo para los paladares más sibaritas que allí se dieron cita y que fuimos muchos, aunque no mayoría absoluta. Así están las cosas, queridos.

Y en el capítulo de grandes triunfadores habría que destacar (amén de Jethro Tull) a Los Suaves (que cuajaron un recital de pura trilita a media tarde el sábado, ¡con Yosi totalmente sobrio, esto sí que es noticia! ¡Qué delicia escuchar las guitarras de Alberto Cereijo y Fernando Calvo arreciando como truenos!) También nos dimos un gran baño de sonido en la descarga de Sindicato del Crimen, estupendos con su Hip-Hop Metal contestatario y unas tesituras muy parecidas a las de Def Con Dos (quizás con más Metal abrasivo en las guitarras). César Strawberry, Tejeringo, Kiki Tornado… actuaron el viernes a ultimísima hora (a las cinco de la madrugada) y el cansancio (sería mejor decir agotamiento) nos privó de su magisterio, pues marchamos hacia el hotel, en busca de la merecida recompensa.

La última reflexión de la jornada la expongo a continuación: ¡cuánto adoramos a los grupos de fuera!, ¡qué buenos son los guiris!, cuando muchas veces aquí tenemos lo mejor, corregido y aumentado. Pura gloria bendita, vamos. Lo digo a colación de dos ejemplos de manual. Si Bad Religion estuvieron fenomenales con su Punk melódico en medio del chaparrón (los californianos demostraron una vez más lo buenos que son), el día anterior Gatillazo, con el sin par Evaristo, "el rey de la baraja", al frente, dieron auténticas sopas con honda con el Hardcore malencarado y sulfúrico que traen entre manos, un auténtico coctel molotov, demostrando que están a la altura de los mismísimos Bad Religion, eso sí, en versión salvaje y borroka. Esta misma observación vale para Jorge Salán o Skizoo, entre lo mejor del festival. No quiero despedirme sin mencionar a los artistas que se batieron el cobre el día de apertura, como Sonora (en medio del diluvio), No Relax, un excelentísimo Javier Vargas, acompañado por Luis Mayo al bajo y Tim Mitchell a la voz (pura cátedra de Blues) y, cómo no, Rosendo y Boikot, que son un pleno al quince en cualquier festival que se precie. Por último, en el capítulo de sorpresas cabe subrayar el excelente show de Sidercars (con un Rocanrol muy fresco entre manos), una banda a seguir, sin duda, a partir de ahora, y también a los asturianos Avalanch, con un sonido súper nítido y pulido, maravilloso Metal romántico, versión opuesta de las voces burracas y el recital grueso de sus paisanos Warcry. Por su parte, Medina Azahara y Ska-P repitieron con mucha soltura y buen hacer un set mil veces visto (con la peña soportando el chaparrón) y Mago de Oz protagonizaron un espectáculo muy soso, en el revival Leyenda de La Mancha (no sé por qué se empeñan en revisitar su peor repertorio), eso sí, sonando bien, no como cuando presentaban aquel disco en La Cubierta de Leganés, que era para salir corriendo.

En resumen, mucho y bueno por disfrutar, aunque cuando estas calado de agua y barro hasta las rodillas, y asoma el dolor de espalda y el lumbago empieza a dar sus primeros síntomas por la espina dorsal, el cuerpo no está para grandes celebraciones ni para tirar cohetes, como es obvio, y lógicamente no se goza igual. Así que para prevenir males mayores, nos retiramos a tiempo los tres días (¡con lo que me gusta trasnochar!) pero, qué duda cabe, había que estar vivos para el día siguiente y, ante tales condiciones meteorológicas, se imponía la retirada. Al fin y al cabo, como dicen los refranes (que son muy sabios) “una retirada es siempre una victoria” y “soldado que huye, vale para otras batallas”. Si bien tales razones no me borraran la frustración de no haber podido asistir a las flamígeras descargas de Mamá Ladilla, De Acero, The Ramonas o los inefables Chungitos, cuyo recital tuvo que ser lo más de lo más. Pero convenid conmigo que cuando se lleva desde mediodía bajo la lluvia y el barro, el cuerpo no da para más. Diréis que soy un blando. Puede ser. Otra vez será.

Fran Llorente

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