SIBILA

Madrid – Silikona – 23.01.10

Una vez más tocó hacer doblete. Tras ver un rato a Fran Soler haciendo virguerías con su guitarra en la queridísima sala Excalibur de Vallecas (donde no falta nunca una invitación por parte de sus responsables) corrimos a la de Moratalaz, en la cual también tuvieron el detalle de recibirnos con otra comandita de parte de la casa. Gracias.

En el momento de nuestra llegada ya habían tocado los amigos de Kiss Killer con Víctor a la batería e Irene a la voz, a la que ya muchos reconocen como la corista de los eternos Coz.

Asistimos al final del concierto del grupo valenciano Rosebad, un quinteto que practica Hard de los ochenta y algo de Heavy con el añadido del violín, así que los pobres ya habrán cargado el morral con las mismas comparaciones de siempre. Me gustó la desenvoltura del cantante.

Pero para desenvoltura, la de Sibila. El grupo ante su público (¿era el suyo o se lo ganó al momento?) se desliza sobre el escenario con garbo, como el de Pepe a la batería; desparpajo, tal que el de Carlos al bajo; con la habilidad de “El Rubio” a la guitarra, y una Begoña que lo reúne todo y –añadiendo sinónimos- aporta soltura, descaro, atrevimiento y desenfado.

‘Tu cruel realidad’, ‘Pagarás’ (tema convertido en clásico de su repertorio), ‘El ángel Caído’… salían del escenario, deslizándose cual atractivas serpientes de colorines, para acariciarnos el cuerpo, llenarnos de ese veneno que nos gusta y, en el trance, perder la noción del tiempo, siempre con la sonrisa puesta, y no darnos ni cuenta de que aquello avanzaba con otras como ‘Maldito infiel’, ‘En las blusas’ (¡qué bien entran!), otro tema con vocación de clásico: ‘Sin alma’, la pegada de ‘Crisantemos’ y la coral ‘Fe, acero y corazón’ con toda la sala siguiendo el juego y apoyando el trío de intenciones que da título a su más reciente disco.

Señoras y señores, si quieren una banda de verdad, responsable sobre las tablas, que sabe de qué va esto y conoce bien las reglas del juego… Sibila. Un grupo cuyos miembros deben ya dejar de asistir al festival Leyendas del Rock como público y merecen entrar con pulseras de backstage para comerse ese gran escenario como tan bien saben hacer; la filosofía del evento del Mar Menor les viene como anillo al dedo. ¿Oído cocina, amigo Marcos Rubio?

Jon Marin

Foto: Cihuatl Zúñiga

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