Madrid –
Auditorio Marcelino Camacho - 09.10.2014
Asfalto
sigue en la brecha tras más de cuatro décadas de historia gracias a un público,
en su mayoría roquero, que aprecia los matices y el eclecticismo de una banda
que ha recogido frutos por su riqueza compositiva y ha pagado los platos rotos
al no haber sido encasillada en ningún estilo. El único miembro activo de la
formación antigua, que no la original, es Julio Castejón, que sigue empeñado en
llevar a cabo el proyecto siempre que encuentra un resquicio de esperanza en el
difícil mundo discográfico.
Me da la
impresión de que Castejón necesita el calor de su público como el comer. Así lo
he comprobado siempre que lo he visto actuar con sus proyectos o como invitado
de otras bandas. Afecto no le suele faltar porque los roqueros veteranos no
olvidan a aquel grupo que emergió en la Transición española y que ha creado
himnos que forman parte de la banda sonora de nuestra vida.
Este
afecto estuvo presente en la presentación de su último disco, ‘El color de lo
invisible’, ayudado por un entorno íntimo y libre de ruidos poco habitual en
los conciertos de Rock. Julio Castejón transmite sinceridad cuando está en el
escenario, se emociona y no se ruboriza al reconocer los inevitables desajustes
del directo, máxime cuando se trata del concierto inaugural de una gira.
El
repertorio estuvo compuesto de temas de su último disco (abrieron con ‘Es hora
de vivir’ y ‘Secuencia para un gran momento’) salpicados por hits de todas las épocas, desde ‘Más
que una intención’ o ‘Es nuestro momento’ hasta los primitivos ‘Días de
escuela’, ‘Rocinante’ o ‘Capitán Trueno’.
Para
enriquecer estas composiciones, Castejón se ha rodeado de músicos de primer
nivel que han trabajado con estrellas y artistas de gran prestigio. Me quedé
impresionado por la calidad del batería Arturo García, que incluso cantó en el
tema ‘Lleno de rabia’, aunque no desmerecen el resto de componentes, el bajista
José Agustín Guereñu ‘Gere’, el teclista Nacho de Lucas o Paul Castejón, que se
ha incorporado con naturalidad al proyecto de su padre llegando a producir el
último trabajo.
Del
concierto, que sobrepasó las dos horas de duración, subrayaremos la calidad de
las adaptaciones realizadas con los clásicos, entre ellos los arreglos de
flauta y solos de guitarra introducidos por Paul, amén del tramo acústico en el
que Julio Castejón volvió a derrochar emoción desempolvando algunas canciones
como ‘Ya está bien’ o ‘Canción para un niño’. Y como fin de fiesta y con la
banda al completo sonó ‘Ser Urbano’, ya con el público puesto en pie ignorando
el protocolo de los espacios destinados al teatro.
Texto y fotos: Javier del Valle
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