MÄGO DE OZ

Madrid - Palacio de Vistalegre – 01.11.08

Tras dos cancelaciones, a la tercera fue la vencida y los madrileños pudieron vestir de largo en el Palacio de Vistalegre su último trabajo, 'La ciudad de los árboles', con notable éxito de público y mucha chavalería entre la concurrencia, como viene siendo costumbre. Y con problemas de sonido añadidos, otro de los factores que a este paso se va a convertir en una jodida costumbre en las presentaciones capitalinas de Mägo de Oz. A estas alturas, desconocemos si en este apartado están gafados, 'Toca madera', que diría el bueno de Carlos Pina, alguien versado sobre la materia, pero el caso es que el volumen de los monitores externos osciló en varias canciones hasta que finalmente enmudeció en 'La costa del silencio'. Cuestiones anecdóticas aparte, la velada se caracterizó por la preciosa escenografía con la que amenizaron la potente descarga; colorido y rutilante montaje a cargo de los chicos del Circo del Sol, con un árbol turbador que albergaba a los duendes y ninfas del bosque. Tras la pirotecnia inicial, 'La ciudad de los árboles tristes', 'Santo grial', 'Hoy van a rodar cabezas' y 'El que quiera entender, que entienda' pusieron las primeras chispas de mordiente a un trasiego que definitivamente eclosionó con 'El rincón de los sentidos', 'Alma', 'Hasta que el cuerpo aguante' y la emblemática 'Molinos de viento'. Éxtasis del vino-gas y baile desaforado entre los allí congregados, que prosiguió con la rianxeira, 'Hoy voy a salir', antes de que Txus se cantara el Blues 'Lo que el viento se dejó', del primer álbum de la banda, canción desconocida para muchos, vista la tibia respuesta del respetable, mientras Mohamed se subía a la batería, sosteniendo el ritmo con prestancia, aunque lo suyo no sean las baquetas, para dar paso al excelente solo de guitarra de Jorge Salán con la 'Marcha turca' de Mozart de propina. 'Mi nombre es Rock'n'Roll' puso sobre el tapete una buena dosis de Rock ochentero y trajo a colación aquel espíritu luminoso e inolvidable, antes de que la preciosa balada 'Adiós Dulcinea' y la tonada lírica 'El poema de la lluvia triste' -cantata a borbotones- serenaran los ánimos. Última llamada al arrebato con 'La posada de los muertos' y momentos de euforia entre la parroquia antes de la traca final, 'La costa del silencio', donde la música se apagó valga la redundancia. Los bises finales: 'Deja de llorar', 'Cuenta conmigo' y 'Fiesta pagana' fueron los postres perfectos para un banquete regado de birra y calimocho. Y tras el aquelarre, vino el after show, pero esa es otra historia...

Texto & foto: Fran Llorente

1 comentarios:

David Gallardo dijo...

¡Me gusta el nuevo diseño y que lo hayas puesto en formato blog! Un saludo.

 
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