Madrid
- La Riviera – 29.12.2015
Trastienda
del Rocanrol, el fin de la función.-
El sentimiento más doloroso que he
experimentado en mi vida ha sido el de la despedida. Decir adiós, máxime si es
a un referente de esperanza, me ha resultado siempre doloroso. Sé que no
resultará fácil despedirse (¡para siempre!) de Yosi y compañía, aunque cuando
la música termine quedarán los recuerdos, los buenos recuerdos. Y de eso quiero
hablar.
Las puertas de la madrileña sala La Riviera
volvieron a colgar el cartel de “sold out” para acoger al grupo más grande que
ha parido Galicia. A las siete y media de la tarde ya se respiraba el manso
olor a despedida –la espera se amenizó con canciones de Motorhead en un claro homenaje
al ya legendario Lemmy-, aunque también se percibía el aroma que impregnan las
cosas que dejan huella, aquellas que realmente importan. Y se dieron cita las
canciones, y las emociones, y las penas, y las alegrías, y la ilusión, y la
amistad… y la memoria.
Una hora más tarde, a las ocho y media,
sonaba la solemne intro –'Les
Preludes' del compositor Franz Liszt– preludio del tema 'Preparados para el
Rock n Roll'. Sin otorgar un ápice al descanso acudirían a su obligada cita
'Cuando los sueños se van', 'Palabras para Julia', el visionario poema de Juan
Goytisolo hecho música, y 'Maldita sea mi suerte'.
“Gracias por estar ahí. Hemos venido a
cumplir una promesa, cuando deberíamos estar curando nuestras heridas”, nos
confesaba un emotivo Yosi, entregado siempre (y como siempre) al espectáculo.
Mis primeros discos de Los Suaves: 'Esta
vida me va a matar' y 'Frankenstein' (este último me gustaba más cuanto más lo
escuchaba) fueron mis primeras adquisiciones discográficas del grupo orensano.
Muy poca gente los conocía. El primero no puede faltar en cualquier fonoteca
que se precie digna de calidad porque destila ilusión, valentía, poesía urbana
y muchísimo Rocanrol.
Después de inundarlo todo con una agradable
lluvia de confeti interpretarían los temas 'No puedo dejar el Rock', 'Viajando
al fin de la noche', '¿Sabes?, ¡Phil Lynott murió!' y la sublime 'Siempre
igual'. Para entonces las lágrimas ya se habían apoderado de nuestros
ojos.
Un disco redondo: El tercero, 'Ese día
piensa en mí'. Con él Los Suaves (im)pusieron su banda sonora en mi vida. Les
consagró. La placa da cobijo al himno por excelencia del grupo: 'Dolores se
llamaba Lola'.
Tampoco quisieron faltar a su cita 'Si
pudiera', –“Phil Lynott murió, Lemmy
falleció ayer y yo no me encuentro muy bien de salud”, bromeaba Yosi antes de
presentarnos el tema 'Malas noticias' -y 'Pardao', en el que el frontman se hizo acompañar por la
calidez de una guitarra acústica. El interminable solo de guitarra a cargo de
un incombustible Alberto Cereijo hizo que los presentes corearan su nombre.
Rebosantes de sentimiento sonaron también 'Mi casa es el Rock n Roll', 'El
afilador' y 'Dolores se llamaba Lola' -el hit
por excelencia de los orensanos-, con él pusieron punto y seguido, hora y
media más tarde, a una incólume actuación.
Dolores se llamaba Lola: Y Lisa, y Julia, y
María y Sara… Mujeres convertidas en un indómito deleite que fluía al
aprenderme las letras de las canciones que las inmortalizaban.
Después de un minuto de merecido descanso
el quinteto regresaba al escenario para interpretar 'San Francisco Express',
tema que enlazaron con 'Dile siempre que no estoy' –Yosi “regaló” al respetable
la armónica-, y 'Ya nos vamos', que dio
pie para realizar una nueva pausa.
Un sueño hecho realidad: El día 24 de
noviembre de 2010 es una fecha escrita en rojo en el calendario de mi memoria
más musical. Ese día un siempre atento Charli Domínguez se entregaba a la
tertulia. Su testimonio quedó para siempre plasmado en un libro, 'Mamá, quiero
ser artista'. Entre otras muchas cosas el bajista me confesó que le gustaría
ponerse “a la salida de cada concierto y darles un abrazo a todos los fans. Los fans nos han llevado siempre en volandas, en los buenos y en los
malos momentos”.
'Villancico Suave', aderezado con un par de
“familiares” Santa Claus que volvieron a empaparnos de confeti (y lágrimas),
'Dulce castigo' y la simbólica 'La noche se muere', que alargaron hasta la
saciedad en una perfecta metáfora de la complicidad que tienen con el escenario
(parecía como si no se quisieran marchar) dieron por finalizado un concierto
emotivo a la par que sublime. Casi dos horas en las que Yosi, Tino, Alberto,
Fernando y Charli nos hicieron sentir el Rocanrol. Porque eso es lo que somos.
Un concierto inolvidable: Todos a los que
he asistido (y han sido muchos). Aunque este último será para siempre.
Parece que aún fue ayer... y ya se están
despidiendo. Ata entón. Ata sempre.
P.D.: Perdón por la afonía de mis palabras.
Después de sentir las canciones como mías, pienso (creo) que están totalmente
justificadas. Las fotografías son obra de José “El pulseras”, un lucense de
pro.
“Aquí
acaba la historia del fin de un recital.
Aunque
todo vaya bien ¡qué triste es el final!
Una
vez me dijeron, por favor escuchad,
que la
mayor tristeza es ver a un amigo marchar".
Amado
Storni