Azuqueca de Henares (Guadalajara) – Recinto ferial – 26.09.09
Buen festival con dos grupos de la localidad: Mad Drivers y Gárgolas, y tres veteranos –unos más que otros- de los escenarios patrios: Lujuria, Warcry y Asfalto.
Comenzaron rompiendo el hielo Mad Drivers con ritmos basados en el Rock de los setenta, recordando a nombres insignes como Rose Tattoo o Johnny Winter. Aunque el sonido no fue todo lo bueno que se esperaba, hay que decir en su defensa que lo dieron todo en el escenario y consiguiendo caldear el interior de la carpa (semidesierta, por otra parte) ofreciendo una buena primera actuación de este festival. Y es que siempre es difícil ser el primer grupo en tocar y más si no eres muy conocido. Ganarse al público puede ser complicado (aunque tocaban en casa) y más si éste es escaso. Los seguiré para ver cómo evolucionan.
Después de un descanso de aproximadamente diez minutos, aparecieron sobre las tablas Gárgolas. Tras una intro dieron paso a su Rock con raíces ochenteras pero con ganas y juventud. Aunque no me entusiasmaron especialmente, tuvieron el apoyo de parte del público asistente, quien les jaleaba en todas las canciones a pesar de que el sonido no les acompañaba, retumbando en la carpa y distorsionando tanto voz como guitarras. Una pena.
No obstante, los chicos de Gárgolas se retiraron entre los vítores de sus allegados.
Una vez acabada la actuación de los grupos locales, la carpa se empezó a llenar de gente que tomaba posiciones para poder disfrutar de los tres cabezas de cartel. Tras una breve pausa, se dio paso a la actuación de Lujuria y su Heavy Metal cachondo, combativo y siempre fiel a sí mismo, todo un espectáculo en directo. A lo largo de la actuación, Óscar Sancho, líder y vocalista de la banda, demostró ser la piedra angular en la que se sustenta ésta, con un show potente y cargado de mala leche (sus dedicatorias, entre canción y canción, a nuestras autoridades estatales, eclesiásticas y al mundo de la moda musical no tuvieron precio). No hay que olvidar, sin embargo, sus muestras de solidaridad y apoyo hacia las bandas noveles, pidiendo al público que se abra a nuevos grupos para mantener la sangre del Rock joven y fresca. Con esta premisa, mandó un saludo especial a Mad Drivers y a Gárgolas y dio paso a un dúo con Charly, cantante de Barbarroja, con el que interpretaron ‘Corazón de Heavy Metal’. En la actuación salieron a relucir joyas del grupo tales como ‘Licantrofilia’, ‘Joda a quien joda’ (dedicada a los que critican el mundo del Metal), ‘Sin parar de pecar’, ‘Goliardos’ o ‘Viejo rockero’. Además del show de Óscar, se pudo apreciar la capacidad y el sonido en directo del conjunto de la banda, la cual demostró su veteranía y capacidad de coordinación entre ellos. Una actuación realmente buena, a la altura.
Tras más de media hora de espera, Warcry irrumpió en directo con Metal épico pero melódico. Es una las bandas de Metal en castellano mejor valoradas y potentes del panorama actual y en este festival volvieron a demostrar su poder y dominio a los asistentes, que ya habían llenado la carpa, y también entusiasmaron a los que no pudieron o quisieron entrar pero sí escucharon desde el exterior. Abrieron con ‘Revolución’ y se dedicaron a deleitarnos con todos sus grandes temas, sabiamente escogidos y ofrecidos a un público entusiasmado con su sonido y potencia.
Canciones ya convertidas en clásicos por los fans de la banda: ‘El guardián de Troya’, ‘La vieja guardia’ (la muchedumbre coreografiaba la letra), ‘Alejandro’, ‘Nuevo mundo’, ‘Hoy gano yo’, etc. Da igual qué canción tocara, que siempre encontraba coro en el público. Y es que las letras de Warcry desprenden una emotividad difícil de encontrar en otras bandas nacionales, que cala en el público, haciendo que te unas a la canción. Todo lo referente a la actuación, al ánimo, a la pasión de los Warcry en este festival, está de más. Tocaron de manera excelente, con riffs de guitarra potentes y bien trabajados que, junto con la voz también potente y clara de Víctor, hacían las delicias de todo aquel que hubiera acudido a esta cita con el Metal patrio. Aquel que se lo perdió siendo seguidor de la banda, ha perdido una actuación memorable y más que compensada por el precio de la entrada y del desplazamiento (como era nuestro caso). Warcry están en lo más alto de la escena metalera española y, en este festival, demostraron que permanecerán ahí durante mucho tiempo.
Por último, Asfalto, que fueron muy esperados debido a su retorno a los escenarios en los últimos meses tras un largo descanso. A pesar de la arrasadora actuación de Warcry y de que Asfalto no se puede encasillar dentro del género Heavy Metal, mucha gente aguardó y animó durante la actuación de la longeva banda, la cual no defraudó lo más mínimo cantando temas ya conocidos por nuestros padres en su juventud pero que se han mantenido en la memoria con el paso del tiempo. La actuación de Castejón y compañía fue un reencuentro con una música y una época pasada, con un concepto de música hecha por autor y de sentimiento personal, alejada de la comercialidad feroz que nos abruma hoy en día. Las melancólicas y dulces letras de ‘Rocinante’, las imprescindibles ‘Días de escuela’, ‘Capitán Trueno’ o ‘Ser urbano’ resonaron en las paredes de la carpa del recinto ferial, llevándonos a un mundo de ensueño y enlazando a dos (¿o eran tres?) generaciones de roqueros en un mismo recinto.
Agrada ver que, con grupos clásicos y nuevas generaciones, se mantiene la pasión por la música que les une.
En resumen, un festival memorable y una cita obligatoria para todos los amantes del buen Rock en castellano. La organización, así como el eficiente servicio en barra y de sonido, fueron impecables y merecen una felicitación aparte. Espero que el año que viene se celebre otro Espiga Rock, con tanto nivel y a tan buen precio como este.
Texto y fotos: Ricardo Bayón y Virginia Sánchez
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